A partir del mes de septiembre, debido a que las temperaturas del suelo van en aumento (y se corren menores riesgos de heladas tardías a lo largo del país), se comienzan a sembrar los primeros lotes de maíz temprano. A medida que avanza la campaña, vemos que en algunas zonas puede seguir sembrándose maíces tardíos hasta fines de diciembre.
En todos los casos, al momento de realizar la siembra del maíz es fundamental que se tomen las precauciones necesarias para evitar daños de plagas y malezas, los cuales varían según la fecha de siembra: La incidencia de plagas es más importante a medida que nos retrasamos en el calendario. Los altos rendimientos que se han observado en las campañas pasadas, se deben en gran parte al mejoramiento en el manejo agronómico en esta etapa.
Dentro de las plagas que afectan a este cultivo, el gusano blanco y las orugas cortadoras son uno de los grupos de insectos con mayor incidencia al momento de la siembra y en los primeros estadios de crecimiento. Su población se ha visto en aumento debido a la siembra directa, ya que la remoción del suelo que se realizaba anteriormente, efectuaba un efectivo control.
Sin embargo, se generaron nuevas alternativas para el control de esta plaga, a fin de poder continuar con la siembra directa. El control de malezas (hospedadoras de esta plaga) previo a la siembra, así como el uso de insecticidas en momentos oportunos, permite lograr un adecuado control.
Es importante realizar un monitoreo de plagas del suelo en el lote destinado a maíz, principalmente en aquellos que provengan de pasturas o trigo. El momento recomendado para realizarlo es en otoño-invierno, cuando se realiza un recuento de insectos, preferentemente luego de una lluvia donde pueden observarse los montículos de tierra que dejan. La profundidad de muestreo deberá ser de aproximadamente 30 centímetros. También es indispensable utilizar semillas tratadas con insecticidas, principal barrera que permite el control de esta plaga.
Otra plaga importante que puede afectar el rendimiento al maíz es el Barrenador del tallo (Diatraea saccharalis), que también afecta al cultivo de sorgo. Las larvas de la primera generación, presentes desde octubre hasta diciembre, se alimentan de las hojas del cultivo, para posteriormente introducirse dentro del tallo y alimentarse de él.
Como el maíz tiene la particularidad de poseer hojas envainadas alrededor del tallo, a medida que las mismas se expanden se pueden observar los orificios que el insecto genera en el tallo. Una vez que la plaga entra es muy difícil su control, que debe ser realizado en el momento oportuno para evitar esta situación, mediante monitoreos frecuentes en los primeros estadios del cultivo y a través de la utilización de una proporción de híbridos resistentes a esta plaga (Bt).
Asimismo, es también importante estar atentos a la presencia de fases adultas con trampas de luz o feromonas de septiembre a octubre, lo que indicaría que podría haber incidencia de la plaga posteriormente.
Es importante conocer la dinámica de la plaga, ya que los mejores controles con insecticidas ocurren cuando el momento de aplicación coincide con el nacimiento de las larvas; posteriormente al introducirse en el tallo su control se dificulta, volviendo considerablemente ineficaz cualquier tipo de aplicación. Diatraea puede llegar a tener hasta cuatro generaciones por año, cuando todas pueden provocar daños severos, afectando el rendimiento del cultivo.
Otra plaga a controlar es la oruga militar tardía o gusano cogollero (Spodoptera frugiperda), que puede atacar al maíz en estadios tempranos, actuando como cortadora en estado vegetativo y también en estado reproductivo, dañando espigas.
En años con altas temperaturas o en siembras tardías, cuando el desarrollo de las larvas es más veloz, pueden observarse los ataques tempranos. En lotes con antecesores de verdeos de invierno y en inviernos templados la posibilidad de encontrarla es mayor, ya que es una plaga muy sensible a las bajas temperaturas.
El complejo de orugas cortadoras y defoliadoras son las plagas que mayor daño causan al cultivo de maíz. Sin embargo, los avances en el conocimiento de su comportamiento y en la oferta de insecticidas y labores culturales, rotación de cultivos y uso de diferentes semillas, entre otras, permite que el manejo de estas plagas sea cada vez más efectivo.
Conocer los momentos adecuados para realizar el control con insecticidas es fundamental para lograr buenos rendimientos. A los fitosanitarios hay que utilizarlos adecuadamente según lo indicado en la etiqueta del producto y siguiendo las recomendaciones de un profesional agrónomo matriculado. Esto es fundamental para que los buenos rendimientos se alcancen de una manera segura y responsable.
En nuestro país, el grupo IRAC Argentina trabaja en el tema de resistencia a insecticidas y ha publicado una estrategia de control eficiente y eficaz de insectos para el cultivo de maíz. Esta se puede encontrar en su página web http://irac-argentina.org/, y en líneas generales dice lo siguiente:
- Realizar un barbecho largo (30 días) sin aplicación de insecticidas;
- Monitorear malezas en pre-siembra y si hay alta presión de cogollero (Spodoptera frugiperda) aplicar insecticida para evitar que actúe como cortadora;
- Si se sembró semilla tratada con curasemillas no usar, por 60 días, el mismo modo de acción en las aplicaciones de insecticidas foliares;
- Para las aplicaciones de insecticidas considerar “ventanas” de 30 días (duración aproximada de cada generación de la plaga);
- Si se efectúa más de una aplicación dentro de la ventana, deben usarse insecticidas con distinto modo de acción;
- En maíces Bt, cada lote debe tener el 10 por ciento del área con refugio (híbrido no Bt sembrado en la misma fecha);
- Rotar en el lote cultivos que no sean hospederos de plagas de maíz;
- Monitorear plagas durante todo el ciclo.