Las condiciones climáticas constituyen un factor fundamental al momento de lograr aplicaciones eficaces. Muchas veces se cuenta con una máquina en condiciones, calibrada correctamente de acuerdo al producto que queremos aplicar, pero si al realizar la aplicación las condiciones ambientales no son las adecuadas, nuestra aplicación no será eficaz. Conocer el momento adecuado para realizar una aplicación es indispensable para controlar con éxitos las plagas, enfermedades y malezas que se encuentran en nuestro cultivo.
Existen tres factores principales que se deben verificar. En primer lugar la temperatura y humedad. Es importante que, al realizar una aplicación con productos fitosanitarios, la temperatura no sea mayor a 25ºC y la humedad relativa se encuentre entre 45 y 65%. Ambos factores deberán medirse en el campo, utilizando un termómetro y un higrómetro respectivamente.
Una elevada temperatura, en combinación con una baja humedad relativa son condiciones que tienden a incrementar la evaporación de las gotas. La medición de la humedad relativa a campo es particularmente importante ya que existen casos donde, si bien la temperatura no es tan elevada como para generar derivas, su combinación con una baja humedad relativa genera que aumenten los riesgos, afectando la calidad de la aplicación por pérdida de gotas. En el caso que se utilicen correctores, como antievaporantes o aceites agrícolas, este proceso tiende a disminuir, hasta no generarse evaporación. Sin embargo, puede variar de acuerdo al tipo de producto que se utilice y las condiciones ambientales, ya que si estas son extremas es extremadamente difícil controlar la perdida de gotas.
Otro factor a tener en cuenta es la velocidad y dirección del viento. Fácilmente puede medirse a campo utilizando un anemómetro portátil. El viento es un aliado de las aplicaciones, por lo cual nunca se deberá aplicar sin él. El rango adecuado deberá encontrarse entre 5 y 15 km/h. Velocidades menores a las indicadas no generarán el correcto movimiento de la gota impidiendo que la misma penetre en el cultivo, mientras que velocidades mayores podrían generar derivas no deseadas, afectando cultivos vecinos. En cuanto a la dirección del viento, es indispensable que el mismo sea contrario a centros urbanos, escuelas, producciones apícolas, hospitales y viviendas, para evitar que se produzcan derivas hacia esas zonas sensibles. En todos los casos al momento de realizar una aplicación, se deberá dar aviso a las zonas sensibles que se encuentren cercanas.
Por último, existe un fenómeno que puede generar dificultades al realizar una aplicación de productos fitosanitarios. Este fenómeno se conoce como inversión térmica. En condiciones normales el aire frío siempre se encuentra por arriba del aire caliente, sin embargo cuando ocurre este fenómeno, una capa de aire frío se ubica por debajo del aire más caliente. Al invertirse estas capas, si se realizara una aplicación, las gotas asperjadas quedarían suspendidas en el aire y no caerían al cultivo deseado; pudiendo trasladarse de manera horizontal, con el riesgo de generar daños a otros cultivos o zonas sensibles al producto que se ha aplicado. Este fenómeno generalmente ocurre por las mañanas o cuando el viento se ha calmado. Es fácilmente identificable al observar cómo, las partículas de tierra o polvo, quedan suspendidas en los caminos. En estos casos no se deberá realizar ningún tipo de aplicación sino que se deberá esperar que las condiciones cambien.
Medir las condiciones ambientales que existen al momento de aplicar productos para la protección de cultivos, constituye una práctica responsable que permitirá generar aplicaciones eficientes, garantizando que el producto llegue al cultivo deseado, minimizando los riesgos para la sociedad y el ambiente.