El cultivo de tomate es uno de los cultivos hortícolas más importantes de Argentina. Su zona de producción se extiende a lo largo de todo el país, en las provincias de Mendoza, San Juan, Santiago del Estero y Río Negro predomina la variedad “perita” para su industrialización. Y las en las provincias de Buenos Aires, Jujuy, Salta, Tucumán, Formosa, Corrientes, y Santa Fe se produce el tomate redondo para consumo directo. La zona de producción ha podido extenderse gracias al uso de nuevas variedades y a la tecnología de cultivo bajo cubierta, lo que permite proteger de las heladas y las bajas temperaturas.
A lo largo de todo su ciclo de producción, el cultivo se encuentra expuesto a distintas adversidades, especialmente aquellos cultivados bajo cubierta ya que, debido a las mayores temperaturas generadas, el desarrollo de las plagas es más rápido.
En el caso del tomate, una de las principales plagas que lo afectan es la mosca blanca. Este pequeño insecto que se caracteriza por su color y se ubica generalmente en la parte alta de la planta es transmisor de diferentes virus que generan importantes pérdidas en el cultivo. Además de los daños generados por la transmisión de virus, la picadura también genera daños directos al fruto, depreciando su valor. Es imprescindible poder controlar su presencia mediante “trampas cromáticas” de color amarillo. Estas se ubican en la planta a lo largo de todo el cultivo, incluso en el envés de las hojas, donde ocurre la oviposición. En general se recomienda entre 20 a 50 trampas por hectárea. Las mismas deberán monitorearse a cada semana y contabilizar tanto la cantidad de adultos como la cantidad de pupas o huevos que se han encontrado, lo que podría indicar que la población se encuentra en crecimiento y que la presión de la plaga será mayor.
También es muy importante visualizar aquellas plantas que puedan ser sospechosas de poseer virus. En estos casos se observan manchas cloróticas por toda la planta o amarillamiento en los nervios de las hojas así como enrollamiento de hojas y pérdida de las mismas. En estos casos el ejemplar debe ser eliminado y aumentar la presión de monitoreo sobre la mosca blanca.
Otra plaga importante de controlar es el trip, este insecto es vector de una de las enfermedades que genera las mayores pérdidas en el cultivo, “la peste negra”, la cual genera enanismo en las plantas, hojas y frutos, así como también enrollamiento de hojas y clorosis. Para los trips el control es similar al de la mosca blanca, utilizando trampas cromáticas. Además puede identificarse a través de su característica picadura, la cual deja un color plateado en la zona afectada.
Cuando se observen muchas plantas con presencia de virus o una alta incidencia de la plaga se recomienda realizar un control, ya sea mediante insecticidas biológicos o de síntesis química. En los casos en los cuáles se decida utilizarlos, la decisión deberá estar fundamentada por la recomendación de un profesional cualificado y utilizar productos registrados en el SENASA para la plaga que queramos controlar y para el cultivo de tomate.
En el caso de las enfermedades, un buen manejo postcosecha, evitando golpes y magulladuras, es indispensable para evitar generar heridas abiertas que puedan ser puerta de entrada para hongos y bacterias. Así también, es importante controlar que la humedad no sea excesiva, especialmente en los cultivos bajo cubierta.
Alguna de las enfermedades más comunes en el tomate son: la podredumbre blanca, la cual se caracteriza por generar una podredumbre blanda que transforma el tejido afectado en una masa acuosa. También puede mencionarse las podredumbres causadas por Alternaria, Rhizopus y Phytophtora. Las cuales generan daños postcosecha.
En algunos casos, para evitar la incidencia de estas enfermedades podrán utilizarse fungicidas. Se deberá leer atentamente la etiqueta de estos productos para conocer la forma adecuada de utilizarlos para controlar o prevenir la adversidad en forma adecuada y segura.
Conocer las plagas y enfermedades que afectan al cultivo de tomate es indispensable para poder lograr un correcto control de las mismas. Utilizar productos fitosanitarios es una de las herramientas con la que se cuenta. Su uso es útil para poder cuidar nuestro cultivo, siempre y cuando los utilicemos de manera correcta y responsable a fin de minimizar los riesgos asociados a su uso, para poder generar más y mejores alimentos de manera agroresponsable.