Por Daniel López
Coordinador Región Patagonia de CASAFE
En el mundo hay más de 4000 especies de moscas, de las cuales 70 afectan a la fruticultura. Una de ellas es la mosca de alas manchadas, que hoy representa un serio y creciente problema en toda la Comarca Andina. Esta mosca ha llevado a una reducción de los rendimientos de producción de fruta fina, de entre un 20% y un 80%, según cultivo. Sus frutos preferidos son cereza, frutilla, frambuesa, arándanos, moras y berries en general.
En estado adulto, es una mosca pequeña de ojos rojos y con las alas manchadas en forma circular. Sus huevos son ovales y de color blanco brillante. Tiene tres estados larvales, que suelen encontrarse justo donde se observa el daño en la fruta. Se han llegado a registrar de 800 a 2700 larvas/kg de fruta, dando dimensión del daño provocado por esta plaga. Su ciclo puede ser de 10 a 25 días, dependiendo de las temperaturas. Esta mosca no desaparece en el invierno, sino que busca refugios en depósitos, bosques y especies nativas, hasta que comienza la temporada y vuelve a acercarse a la fruta para iniciar su nuevo ciclo. Esta especie de mosca posee su ovipositor (órgano usado por las hembras de muchos insectos para depositar huevos) aserrado. Esto hace que al colocar los huevos en la fruta se rompan los tejidos de la misma, generándole deshidratación y descomposición. Puede colocar hasta 300 huevos.
El Manejo integrado de plagas es la herramienta principal para el control para esta plaga. A continuación, enumeramos algunos ejemplos:
1. Cosecha frecuente: se debe cosechar todos los días, o a lo sumo día por medio. No se debe dejar la fruta madura en las plantas.
2. Sanitización: evitar tener fruta tirada en el piso, ni en hospederos alternativos como: rosa mosqueta, maqui, zarzamora, calafate y frutales abandonados.
3. Mulch: controlar las malezas en el bordo, utilizar nylon, para un mejor control de las larvas que se tiran del fruto para empupar.
4. Poda: controlar la altura máxima de las plantas. Evitar que superen los 5 m de altura, y realizar poda de limpieza en la parte baja y media de las plantas, que son los lugares de preferencia de la mosca.
5. Control de las malezas en el centro del camellón, para no darle condiciones adecuadas a la plaga.
6. Tipo de riego: el riego por goteo es más apropiado para mantener el desarrollo del cultivo. En el caso de la frambuesa. Por ejemplo, hacerlo sólo en el bordo y no lateralmente.
7. Marco de plantación: dejar suficiente distancia de plantación para un adecuado soleado del cultivo.
8. Variedades: es importante cultivar variedades menos susceptibles, como en el caso de frambuesa y frutilla.
9. Insecticidas: uso de los autorizados específicamente por Senasa y solo en caso de ser necesario de acuerdo al monitoreo realizado. No existe un insecticida que controle a la mosca en todos sus estados: huevo, larva, pupa y adultos. Y como su ciclo es muy rápido, generalmente conviven todos al mismo tiempo. Se recomienda consultar con un ingeniero agrónomo.
10. Uso de trampas: se pueden conseguir en el comercio, o preparadas en forma casera, con el uso de botellas plásticas agujereadas y en su interior con vinagre de manzana, vino tinto, o fruta de descarte. Se deben colocar dos semanas antes de que los frutos se pongan pintones, cada 10 m de distancia, a razón de 200 a 400/ha.
11. Monitoreo: debe ser en forma permanente, buscando los posibles hospederos como frutales abandonados, y flora autóctona como rosa mosqueta, zarzamora, maqui.
12. Control biológico: es una práctica posible, pero aún está en desarrollo.
Debido a los daños observables, generados por esta plaga, Senasa está implementando un programa llamado Sigprocem. Se registra la cantidad de moscas en cada localidad por medio de trampas de capturas, para registrar sus avances.
En conclusión, es de suma importancia implementar las buenas prácticas agrícolas. Más especialmente el Manejo Integrado de plagas que permitirán un adecuado control, ya que es imposible su erradicación definitiva. A su vez se necesita unir esfuerzos de todos los que integramos la cadena productiva para mejorar el control y, en consecuencia, la salud de los cultivos.