Por Federico Elorza
Coordinador Técnico en CASAFE
Las aplicaciones de fitosanitarios son afectadas por diversos factores. Uno de ellos es el lavado del equipo. Según un análisis realizado por una aseguradora en USA, una incorrecta o inexistente limpieza de la máquina, podría explicar hasta un 30% de las ineficiencias en las pulverizaciones (R. Wolff Farmland Insurance, 1996).
En muchas ocasiones se observa una falta o un incorrecto lavado del tanque de la pulverizadora, y de la máquina en general. Las fallas en el lavado interno hacen que se localicen restos de productos en los pliegues y rugosidades del tanque. Esto convierte a los residuos en una amenaza porque pueden generar daños por fitotoxicidad al cultivo que queremos proteger. Por su parte, la falta de lavado externo del equipo produce desgastes innecesarios, generando taponamientos y roturas de las piezas de la pulverizadora. Con estos inconvenientes, la eficiencia y eficacia de las aplicaciones se ve considerablemente afectada. Para evitar que eso suceda, hay que realizar un correcto enjuague de todo el equipo, una vez finalizada la aplicación.
¿Cómo se lava la pulverizadora?
En primer lugar, al momento de realizar el lavado es importante controlar que no existan remanentes de caldo. Para resolver este punto lo primordial es realizar una correcta dosificación del equipo. Si igualmente quedara un sobrante, se deberá recoger y acopiar en un tanque destinado para tal fin para luego disponerse como residuo peligroso. También puede descargarse sobre una cama biológica, que degrada microbiológicamente los fitosanitarios.
Se recomienda contar con un lugar destinado para la carga y el lavado de la maquinaria. Una opción puede ser un playón impermeable con un sistema que permita recolectar el agua de lavado para su posterior disposición de acuerdo con la legislación vigente. Otra alternativa, y en este caso la más adecuada, es contar con una cama biológica. En caso de no tener ninguna de estas opciones, el contenido del tanque deberá diluirse al menos en 5 veces su volumen y asperjarse sobre el mismo lote aplicado. Esta acción solo la podemos realizar siempre respetando los tiempos de carencia y nunca hacerlo cerca del momento de cosecha. Nunca se debe aplicar el líquido sobrante fuera de áreas de cultivo como caminos, alambrados o borduras, ya que debemos preservar espacios de biodiversidad. De esta manera se evita derramar el agua de lavado en un único punto (contaminación puntual). Una vez solucionado este aspecto, se puede proceder al lavado.
Existen dos tipos de limpieza: el enjuague y el lavado profundo. El primero es un lavado único con agua, cuya finalidad es mantener el buen estado de la maquinaria y evitar que queden restos de producto que puedan adherirse a las paredes. Este tipo de limpieza sirve si no se modificará el producto a utilizar o si han quedado hectáreas por aplicar en el lote o sobre el mismo cultivo.
Se debe tener en cuenta que, a pesar de que haya sobrado contenido, la pulverizadora no puede quedar cargada de un día para otro. Esta práctica podría generar resecamiento de producto y obstrucción de conductos y filtros y, consecuentemente, costos adicionales de mantenimiento. Asimismo, a fin de evitar contaminaciones, luego del enjuague interno se deberá realizar también el lavado externo del equipo.
Siempre que se deba cambiar el producto a aplicar, se debe realizar un lavado profundo. En este tipo de lavado, además de agua, se recomienda utilizar productos que inactiven los restos del caldo aplicado y desprendan fácilmente los residuos de producto que puedan haber quedado en el tanque.
Para limpiar el tanque se recomienda seguir el mismo concepto que para el lavado de envases: es preferible lavar varias veces con poca agua, que solo una con una gran cantidad. Por lo tanto, se deberá llenar el tanque en ¼ parte de su capacidad con agua y colocar la cantidad de producto limpiador que indique su etiqueta. Una vez llenado el tanque con la cantidad de agua adecuada, se procederá a activar el sistema de limpieza (en el caso que la maquinaria lo posea) o el sistema de retorno, para que el líquido se movilice por todos los conductos de la maquinaria. No hay que olvidar controlar que el sistema de agitación funcione, a fin de que todas las paredes internas del tanque tengan contacto con el agua de lavado. En algunos casos, podrán realizarse leves movimientos hacia adelante y hacia atrás con la máquina para mojar correctamente todo el tanque contenedor. Se recomienda mantener el lavado por 15 minutos y posteriormente abrir el flujo de la barra para que el agua sea desagotada. Este procedimiento deberá repetirse al menos dos veces más. Para finalizar, se realizará un cuarto enjuague únicamente con agua.
Cuando el tanque esté completamente limpio, se lavará la parte externa de la maquinaria. Generalmente se encuentran mayores restos de productos en la zona de carga, picos y botalón; lo que podría generar una obstrucción y afectar la calidad de la aplicación. Por tal razón, se recomienda limpiar uno a uno los filtros (internos y de pico) y los picos de la máquina pulverizadora. Es fundamental resaltar que, tanto este como cualquier otro procedimiento que implique tomar contacto con un producto, deberá realizarse con el correcto equipo de protección personal puesto.
El lavado adecuado del equipo no solo nos permitirá evitar problemas de fitotoxicidad, sino que contribuirá al correcto mantenimiento de la pulverizadora. De esta manera, contaremos con maquinarias eficientes, calibradas y reguladas para lograr aplicaciones responsables.